En su caso, el conjunto de valores, mensajes, códigos y procesos para tomar decisiones se suele fraguar en la dirección y, después, irradia al resto.
Los equipos directivos que entienden esto aprenden a identificar rápidamente procesos disfuncionales y son capaces de resolver problemas ágilmente. Entre otras cosas, tienden a enfocarse en resultados, convertir lo complejo en liviano y la ambigüedad en concreción.
Pero, ¿cómo pueden los líderes tomar conciencia? Atreviéndose a hacer un análisis de vulnerabilidades basado en cuatro compromisos:
- Reconocer lo que vemos desterrando creencias.
- Decir lo que pensamos, para evitar confundir a los demás.
- Hacer lo que decimos, para no generar frustración en el resto.
- Observar lo que hacemos, para ser congruente con las tres anteriores.
Si lo hacemos bien, identificaremos con honestidad cómo se comporta el equipo directivo y qué consecuencias tiene para el resto de la empresa. Por ejemplo, ¿qué tipo de relaciones interpersonales hay? ¿Cómo se alcanzan acuerdos? ¿Existe capacidad para encarar los conflictos y sostener el debate hasta que se resuelven? ¿Hay confianza, compromiso, lealtad entre el equipo?
Toda esa información servirá para hacer un diagnóstico sobre el estado de la empresa, su cultura, sus valores y su desempeño.