Seguro que en tu niñez también jugaste a la sokatira con los amigos. Y si vives en Euskadi, donde la práctica de este deporte es muy popular (al igual que en Gran Bretaña u Holanda), puede que hasta tengas amigos o familiares que participan en alguna de las múltiples competiciones que retransmite la televisión local. Todo un espectáculo que, dicho sea de paso, seguí con gran expectación a través de la pantalla en un viaje reciente a Bilbao.
Anécdotas aparte, no se me ocurre un ejemplo mejor para desarrollar las habilidades del trabajo colectivo. Porque deportes en equipo hay muchos y de todos ellos se pueden extraer valiosas lecciones sobre liderazgo, competencias o alianzas con métodos colaborativos. Pero la sokatira, además de ser un deporte singular, tiene algo que le hace único respecto a todos los demás.
Mucho más que fuerza bruta
No soy ningún experto en sokatira, como puedes imaginar. Pero al documentarme para escribir este artículo, enseguida descubrí que la fuerza física no lo es todo en este deporte. Claro que la fuerza es importante, pero aquí no siempre vence el equipo con más músculo, sino el que colabora mejor, tiene más resistencia mental y sabe poner al mejor en el mejor sitio (si lees hasta el final, descubrirás por qué destaco esta idea en negrita).
Lo que más me llama la atención de la sokatira es el papel clave que desempeña cada miembro del grupo para lograr el objetivo común. Si lo piensas bien, no existen tantas disciplinas deportivas en las que esto ocurra. En la sokatira, si un solo miembro desfallece, flojea en la técnica o no está alineado con la estrategia de su grupo, la derrota está asegurada.
En otros deportes de equipo más populares, la debilidad de un miembro del equipo puede ser compensada con el talento o la fuerza de otro compañero o compañera. Si existe un Messi o un Gasol que tire del carro, la victoria puede alcanzarse con un simple destello de calidad de su «estrella». Incluso aunque en el banquillo haya un entrenador sin capacidad de liderazgo.
En la sokatira no ocurre eso. Si falla un eslabón de la cadena, ésta se acabará rompiendo. O, para ser más precisos, será el otro equipo el que conseguirá arrastrar la cinta a su terreno de juego. También, por supuesto, si el contrincante es más fuerte, más resistente o simplemente trabaja mejor en equipo.
El líder “botillero”
Pero, incluso así, he identificado en la sokatira otro rasgo genuino del proceso colaborativo: el papel del líder. No hay “empresa” que valga un pimiento si esta figura no sabe ejercer sus competencias correctamente. Pero en la sokatira, la labor del “botillero”, que dirige el esfuerzo colectivo con gritos de ánimo, tiene un cometido aún más importante que el de la dirección o motivación de su grupo. También debe detectar las debilidades del adversario y dar las órdenes precisas en el momento adecuado.
Igual estás pensando que eso no convierte al botillero en un líder especial. Pero hay un matiz que demuestra mi teoría: el botillero es un tipo de líder que no puede reemplazar a otro miembro en su puesto, como sí ocurre en otros deportes o en muchos otros ámbitos de nuestro trabajo o de la vida en general. El botillero tiene que delegar el trabajo de arrastre, sí o sí. No dispone de tiempo para sustituir a nadie y nadie puede reemplazarle. O delega o delega. Una competencia que, dicho sea de paso, no saben o no se atreven a ejercer todos los responsables, jefes o coordinadores de área.
Pon un ancla en tu equipo
En su famosa teoría de roles, Meredith Belbin desarrolla una metodología que nos enseña que todos tenemos un papel y un conjunto de comportamientos que definen nuestro rol dentro de un grupo. El profesor Belbin enumera un total de 9 roles y los clasifica en tres grupos: roles de acción, roles mentales y roles sociales.
No es la primera vez que os hablo de la Teoría de Belbin en este blog, así que esta vez solo me voy a detener en uno de ellos, el del finalizador.
En la sokatira, el finalizador es el último tirador, el que hace las veces de “ancla”. Es, por así decirlo, quien mejor siente los momentos de presión de la cuerda y quien a más altura se sitúa, teniendo una amplia visión del juego.
Para Belbin, un rasgo característico del finalizador es que se preocupa de los detalles y es capaz de identificar hasta los errores más pequeños. Por eso, el tirador de la sokatira puede inclinar la balanza del juego a favor de su equipo si cuenta con la experiencia y la perspicacia necesarias para su desempeño.
El mejor al mejor sitio
Podría estar escribiendo líneas y líneas sobre todo lo que la sokatira nos puede enseñar a la hora de desarrollar las competencias de un equipo de trabajo y de los roles que desempeñan cada uno de sus miembros. Pero, para no extenderme más, permíteme que te recomiende el libro “El mejor al mejor sitio”. Un manual en el que volcado todo el conocimiento y todas las vivencias personales que me han llevado a ser el mentor de líderes y equipos de empresas u organizaciones que se preocupan por la eficiencia y la excelencia.
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Pero también para inspirar a otras personas a alcanzar su mejor versión.
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