Escoger calcetines al emprender el día no es asunto baladí. Negros para una reunión formal, de aguacates para comer con colegas y reforzados en los talones para hacer cumbre en la montaña. A cada momento le corresponde su prenda. Lo mismo sucede con el liderazgo: a cada proyecto le corresponde un tipo de rol predominante.
Cada vez me encuentro con más organizaciones que han sustituido la estructura jerárquica tradicional por modelos planos que solo contemplan el liderazgo funcional y rotatorio. Esta metamorfosis facilita una gestión más práctica y eficaz.
Las dos claves de un equipo autónomo
La ciencia detrás de esta lógica corresponde, en parte, a Meredith Belbin y su metodología basada en nueve roles de equipo. Los equipos autónomos ejercen un liderazgo rotatorio, asociado a una persona u otra en función de la fase del proyecto en la que nos encontramos. Todas las personas participan y cada una asume una responsabilidad destacada en las tareas donde pueden aportar más valor. Esto es lo que yo llamo: “poner al mejor en el mejor lugar”.
Pero hay otro elemento que destaca a los equipos autónomos: su eficiencia. Y aquí llega la segunda analogía. Existe una especie de pilotos poco frecuentada en las carreteras que va más allá de la conducción eficiente. Es la que forman los hypermilers, conductores capaces de reducir el consumo de sus vehículos por debajo de los umbrales homologados. Metafóricamente hablando, un equipo autónomo estará entrenado para trabajar de la forma más eficiente con el menor desgaste de energía posible.
El paso previo: un equipo de alto desempeño
Si te resulta apetecible formar parte de un equipo de estas características, antes hay que recorrer un camino. El paso previo a ser un equipo autónomo es ser un equipo de alto desempeño.
En los equipos de alto desempeño existe mucha comunicación, colaboración y cohesión. Además, dominan el arte de las reuniones y son perfectamente conscientes del uso de su tiempo. Y una de las claves para llegar ahí es desarrollar la vulnerabilidad. En palabras del autor Patrick Lencioni, en estos equipos las personas “son capaces de abrirse al resto para aceptar sus errores y debilidades, posibilitando una confianza sólida”. Frente a un compañerismo tóxico basado en la ambición, uno fundado en la honestidad y capaz de solucionar los conflictos.
Si como equipo quieres evolucionar hacia un equipo de alto rendimiento o autónomo, nuestro programa PADE te da las llaves (y los calcetines).