Si Putin fuese tu jefe, ¿qué harías?

No conozco a Vladimir Putin y aunque lo hiciera, sería incapaz de comprender sus decisiones. Sin embargo, sí me atrevo a reflexionar sobre el uso que realiza del poder y sobre el tipo de liderazgo que ejerce.

Putin manda desde la autoridad y el miedo. Además, emplea el engaño y la manipulación para mantener afines a sus acólitos. Putin no es un líder, es un autócrata. ¿Te sorprende si afirmo que hay empresas en nuestro entorno que también ejercen este modelo? En este artículo, primero vamos a identificar las acciones autoritarias del primer ministro ruso y, después, los tres tipos de efecto que provocan. Y las vamos a relacionar con el mundo empresarial.

El autoritarismo de Putin en cinco rasgos

1.- Reprende en público. Cuando evidencias a alguien públicamente o detienes a una persona por manifestarse estás lanzando un mensaje muy claro: no te atrevas a expresar tu opinión, porque podrías sufrir consecuencias desagradables. La consecuencia rusa es ir a la cárcel; en la empresa es recibir desprecio.

La libertad de expresión y la manifestación de diversidad es una de las bases que sostienen el progreso de las empresas y organizaciones. Los grandes resultados se alcanzan siendo disruptivos. Por eso, quienes aspiren a liderar con éxito un proyecto necesitan renunciar al ego, al sentido de propiedad y evitar comportarse con su equipo como si fuesen capataces de un cortijo.

2.- Interfiere y no delega. Parece evidente que no hay acción rusa que no haya sido analizada y aceptada por Vladimir Putin. Probablemente, cada persona cercana haya recibido instrucciones precisas de qué decir, cómo actuar y hasta dónde llegar. Cada paso, cada decisión y cada intervención pública está avalada por él. Es un líder orquesta que lleva la batuta en solitario. Su equipo queda a su merced.

Si las directrices son tan explícitas que no permiten margen para la creación original, impedimos a nuestro equipo aportar valor y exprimir todo su potencial. ¿Sientes que se invade tu área de especialización?

3.- El jefe es el protagonista. Cuando una organización está bien liderada, las buenas decisiones se diluyen, las encarna la propia empresa y no una persona concreta. Por eso hablamos de Apple y no de la “Apple de Jobs”. Sin embargo, quienes lideran desde la autoridad asumen el control, marcan los tiempos, deciden los criterios para ejercer influencia y se convierten en protagonistas invariablemente. Por eso hablamos de la Rusia de Putin, aunque ni Rusia sea suya ni toda la población rusa sea afín a su mandatario.

Si lideras una organización o un equipo de trabajo, en tu mano está impulsar la generosidad y limitar la competición por los egos.

4.- Se rodea de siervos, no de los mejores. El grupo de oligarcas más cercano a Putin recibe un nombre: Siloviki. Y responde a una consigna: manejan el dinero, pero ni cuestionan ni contradicen al primer ministro, a quien deben su estatus.

El equipo de confianza de Putin carece de diversidad. Muchos de sus acólitos o bien han formado parte (como él) de la antigua KGB o comparten su forma de proceder. De aquellos barros, estos lodos. Sergio Muñoz González relataba en COPE algunas estrategias de terror que se empleaban para mantener a la población a raya.

Es comprensible que la confianza sea un elemento decisivo para escoger a quién sumar a nuestro equipo. Pero la confianza para aceptar argumentos en contra también cuenta porque enriquece las opciones para tomar decisiones.

5.- Escucha insuficiente. Un buen líder realiza una escucha activa y acepta argumentos que puedan hacer tambalear su propia opinión. Por el contrario, un líder autoritario hace tres cosas: simula escuchar, escucha exclusivamente lo que quiere, no escucha.

Los tres efectos de un liderazgo autoritario

1.- Huir. Probablemente, hay ciudadanía rusa que no quiere huir de su país, pero querría alejarse de su mandatario. En su libro Notas desde la trinchera, Marcos de Quinto cuenta: “La gente no cambia de trabajo, huye de su jefe”. Pues eso.

En gestión de equipos hay una máxima que debe respetarse: permitir la libre expresión si temor a represalias. Pues los mismo debería aplicarse a dirigir un país. En Rusia o en el trabajo, será imposible avanzar si estamos subyugados bajo amenazas.

2.- Claudicar y asumir. Hay un grupo de personas que se resignan y terminan por defender acciones y valores que no comparten por el miedo a perder comodidad o estatus.

3.- Reivindicar. Este grupo de personas está dispuesto a sacrificar su bienestar. Con sus protestas asumen riesgos: a ser encarcelado, evidenciado, repudiado… Y a pesar de ello, persevera. Este selecto grupo abandera el liderazgo. Son quienes intentan cambiar las cosas.

¿Te resultan familiares estos comportamientos autoritarios y sus efectos? ¿Los has vivido en tu trayectoria laboral? Putin está logrando lo que quiere a base de amenazas y manipulación, ¿a dónde le llevará su método? ¿A dónde nos conducirá a los demás?

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Marcelino Gilabert

Marcelino Gilabert

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